domingo, 27 de mayo de 2012

Syd Barrett, Keith Moon y Brian Wilson en: Locos por el rock!


La locura, fuente inagotable de conjeturas de todo tipo, está definida como un determinado tipo de comportamiento que rechaza las normas sociales establecidas. Yo creo que la locura y el rock tienen mucho en común. Qué loco! No? Hay muchos que entienden que la locura y el talento no pueden manifestarse por separado, otros que creen que la locura involucra altos niveles de nobleza y espontaneidad, y yo pienso que todos estamos un poco locos, como si existiera una línea recta que representara la normalidad y todos estamos o más cerca o más lejos, pero nadie está sobre ella. El rock se trata de no estar sobre la línea, se trata de alejarse de la manera más original posible de la misma, quizás acercándose a una línea paralela en la cual se representa la locura normal, porque parecería que hay un paradigma de lo normal incluso cuando estás loco.

Hoy nos acompañan tres personajes del rock, tres tipos que si no padecían algún tipo de locura, sabían dónde la vendían. 

Syd Barrett (1946 – 2006). Miembro fundador de la banda Pink Floyd. El primer disco de Pink Floyd, The Piper at the Gates of Dawn, fue todo compuesto, salvo por una canción, por Syd. Músico y compositor brillante, inspirador de varios artistas que vinieron después de él, entre ellos a mi adorado David Bowie. Pero bueno, a Pink Floyd le vino la fama después de la grabación del primer disco y a Syd le empezaron a dar unos ataques medios raros. Al año siguiente lo fletaron del grupo. No sé si fue el representante o si fue Roger Waters, pero lo fáctico es que lo rajaron. Para Barrett la música era una experiencia que distaba mucho de lo que era una banda de rock normal. Prefería agarrar la guitarra y ponerse a hacer cualquier cosa que se le ocurriera en el momento con ella, experimentando así, ayudado con un poquito de LSD, sensaciones extremadamente profundas. Pero el resto de Pink quería un compositor, guitarrista y cantante normal, que se subiera a un escenario y que cantara y tocara las canciones de la lista, que fuera predecible, que rompiera guitarras y esas cosas. Y esas cosas no se estaban pudiendo pretender de Barrett. Su forma de actuar se volvió más y más errática hasta que se fue a la casa de la madre y se encerró para siempre. Tuvo ocasionales pasadas por los estudios de grabación, pero la verdad es que ya vivía en otro mundo. Una verdadera lástima, con lo rico pibe que era. Un día la mamá de Syd dejó que un par de periodistas hablaran con él y le preguntaron si le sonaba el nombre Roger Waters y dijo algo así como: “no, ni idea che, no me suena”.


Keith Moon (1946 – 1978). Baterista, y muy bueno, de The Who. Yo creo que se podrían escribir libros enteros de todo lo que rompió, quemó, explotó y tiro por el aire este chiquilín. Todas sus gansadas le valieron el apodo de “Moon el lunático” (en inglés “Moon the loon”). Que era una persona nerviosita se veía a la legua. Hacía caras, se movía, se paraba, se sentaba, saltaba, todo mientras tocaba la batería. Pero eso no era nada muchachos. Yo creo que ni el propio Charly García, cuando escribió Demoliendo hoteles, se imaginó algo así. Pete Townshend, dijo una vez: Un día estaba en la habitación de Keith y le dije, “¿Puedo usar tu cagadero?” Él sonrió y dijo: “Claro”. Fui allí y no había baño, sólo una especie de curva en S, y pensé “Cristo, ¿que pasó?” Él dijo, “Bueno, era una bomba cereza a punto de estallar en mi mano y la tiré por el inodoro para evitar que explotara”. Así que le dije, “¿Son tan poderosas?” y él dijo, “Sí, ¡es increíble!”. Así que le dije, “¿Cuántas de ellas has conseguido?” con el miedo en mis ojos. Él se rió y dijo, “Quinientas”, y abrió una caja llena hasta el tope con ellas. Y por supuesto, desde ese momento nos echaron de todos los hoteles en que hemos estado. Pero no sólo sufrían los hoteles, Keith tiraba muebles por las ventanas de las casas de sus amigos, de su propia casa, prendía fuego edificios y departamentos. Pero esas boberías lo cansaron pronto, su debilidad era dinamitar cosas. De todos los explosivos existentes, descubrió que la dinamita era su predilecta. Si en los hoteles se demoraban con el room service, el baño explotaba, si le pedían que bajara la música en su habitación, el baño explotaba, si había mucha gente alrededor, algo explotaba. Lo de Moon era patológico. Además de explotar cosas, se daba con cualquier tipo de medicamento, tranquilizante, droga, para humanos y para animales por igual. El loco sabía que la iba a quedar tarde o temprano y se lo tomaba con muchos tranquilizantes, de hecho, cuando se murió le encontraron como treinta pastillitas en la panza.


Brian antes de pegar el estirón
 para el costado.
Brian Wilson (1942 – sigue vivo!). Brian fue el hacedor de The Beach Boys. Por si no lo recuerdan, cuando salieron los mejores 500 discos de la historia según la RS, el primero fue el Sargent Pepper’s de los Beatles y el segundo fue Pet Sounds de los Beach. Wilson estaba un poco desquiciado en el sentido de querer grabar, a toda costa, un álbum que fuera mejor que el Rubber Soul de los Beatles, un álbum que fuera mejor que Pet Sounds. Y en ese proceso de creación, bajo la presión de hacer el mejor disco hasta el momento, es que le empezó a saltar la térmica. Supongo que influenciado por su vena surf, su paranoia tomó elementos playísticos: tocaba el piano arriba de un cajón lleno de arena para poder sentirse cercano al mar, metía la cabeza adentro de peceras, bañeras, o cualquier cosa llena de agua en donde pudiera meterla, y desarrolló una fobia extrema al fuego. Por otro lado, recuerdan a Phil Spector? Phil había sido productor, entre otras famosas bandas, de los Beatles y sus especiales técnicas de grabación eran muy admiradas por Wilson que, a manera de homenaje, utilizó las mismas iniciales de Phil en su disco Pet Sounds (PS – Phil Spector – Pet Sounds). Pero mientras Wilson trataba de grabar el mejor disco, le entró una persecuta importante: estaba convencido de que Spector lo espiaba y le mandaba mensajes subliminales. Para colmo, escuchaba vocesitas en su cabecita. Pasaba el tiempo y el tan famoso mejor disco del mundo que prometía Brian no avanzaba y no avanzaba, aunque había varias canciones grabadas. Al tiempo hubo una ola de incendios en Los Ángeles, donde residía Brian, y éste quedó totalmente asustado. Para colmo, por esos días se empieza a escuchar en las radios lo nuevo de los Beatles, Strawberry fields forever. Cuando Wilson escucha esa canción se le pincha el globo, los Beatles ya habían hecho lo que él quería hacer, ya era demasiado tarde. El proyecto del nuevo mejor disco del mundo se canceló y en un ataque de paranoia quemó todo lo que había grabado hasta el momento. Una vez que los Beatles sacan el Sargent Pepper’s, Brian no escribe más música para los Beach ni para nadie más y se va a la casa por un muy buen tiempo. 

Me encanta Don't worry baby.


martes, 1 de mayo de 2012

El rock me salvó.

Yo me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente.

Cita de: Pipo Lernoud, et al: Enciclopedia Rock Nacional 30 Años (pag. 9), Buenos Aires: Mordisco, 1996.


Palabra de Sandro.

Corría el año 1945 cuando nace Sandro, con el nombre de Roberto Sánchez. Dos meses después, en Buenos Aires, pasó que sindicalistas y trabajadores se movilizaron para exigir la liberación de Juan Domingo Perón. Ese día se considera como el nacimiento del peronismo. Diez años atrás había nacido Elvis Presley, el ídolo estadounidense del ídolo argentino. Sandro crece en un conventillo de Valentín Alsina, ciudad del partido de Lanús. Elvis en Tupelo, Misisipi. A los 13 años, Sandro, deja de estudiar para ponerse a trabajar y ayudar a sus viejos. Elvis se muda a los 13 años a Memphis, Teenessee. El abuelo de Sandro era gitano. Una de las tatarabuelas de Elvis era Cherokee. Sandro tenía a las nenas. Elvis, no. Usted se preguntará qué hago hablando de Sandro de América, de Elvis, de Perón y del rock todo junto. No se lo pregunte más. Sacando a Perón, el resto es un triángulo virtuoso.



Sandro estaba más bueno que comer
con la mano.
Sandro fue pionero del rock. A lo Elvis, pero acá nomás, al otro lado del charco. En 1964 Sandro junto a su grupo, Los de Fuego, ya estaba versionando a Elvis y a los Beatles. Canciones como Hay mucha agitación (un cover de la famosísima Whole Lotta Shakin' Going on de Jerry Lee Lewis que se había editado apenas unos siete años atrás en los Estados Unidos), o La casa del sol naciente (interesante versión de la canción que los Animals hicieron famosa en 1964) formaron parte del repertorio del Elvis argentino. 

Sandro tenía la voz de Elvis y su pelo, los movimientos de Tom Jones y el qué sé yo del gitano. Las chicas se volvían locas, era como un dios en la tierra que las tentaba hacia la perdición de la pasión y la carnalidad. Veían en Sandro sus sueños de romance materializados en un hombre seductor y rebelde.

Por otro lado, y al mismo tiempo, surgía la movida beat de La Nueva Ola y del Club del Clan, con todos sus personajes, que me merecen una gran simpatía pero, que representaban todo lo “bien” que la juventud podía ser por aquella época. Por ejemplo, estaba el talentosísimo Ramón Palito Ortega. Sus movimientos parecían los de un sapo dormido y su semblante era inmutable ante cualquier letra que estuviera interpretando. Esto nos da un total de 0% de sexapeel. Véalo usted mismo a continuación:



Palito Ortega y Violeta Rivas haciendo éxitos del Club del Clan.

Sandro, al lado de Ramón y sus amiguitos, era una mala influencia, al igual que lo había sido el rock en sus comienzos. Un flaco que creció en un conventillo compartiendo el baño con otras cinco familias, que para bañarse calentaba el agua con un primus porque olvidate de agua caliente, que dejó el liceo en el primer año, que fumaba y andaba por la calle con los muchachones del barrio tomando unas copitas de más las más de las veces, que todo ese entorno y la poca visión de un futuro prometedor lo iban perfilando de la peor manera posible.

Pero no. Las energías del joven Roberto se concentraron en la música de rock and roll y, en vez de un delincuente, terminó siendo Sandro.

Me he dado cuenta que es más fácil escribir sobre el por qué personajes como Amy, Kurt, Janis, sobre los que ya dije lo que me parecía, Elliott Smith, Pete Doherty, Syd Barret, Karen Carpenter, entre tantos otros que pasaron mal a pesar del rock, que escribir sobre el por qué el rock puede salvar a alguien. Sandro es de los pocos que me hacen pensar en que la vida es corta como para ser un pacato reprimido, que hay que meterle fuego y pasión. Y eso, amigos míos, al Gitano, le sobraba.

Un saludo a las nenas!


Bonus: en 1991 Roberto, Charly y Pedro Aznar haciendo el tema de nuestros compatriotas Los Shakers: Rompan todo. Sin palabras. http://vimeo.com/8546015




Agradecimientos: Sebastián Fleitas. Otra nena.